miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ideas Peregrinas


¿Por qué en lugar de tirarme panza arriba en las playas que tengo acá al ladito se me ocurre ir a caminar a lo David Carradine??
Amigos vascos que hacía tiempo no veía, lindos paisajes, comer ricos pintxos regados con txakolí, bañarme en el Atlántico.. Los argumentos para ir a hacer parte del Camino de Santiago eran variopintos, en cualquier caso no religiosos (aunque sí con la firme creencia de que desconectaría del mundo laboral) pero la realidad viajera, como siempre, superó lo imaginado..
El Camino de Santiago es un universo tan particular, que habiendo pasado nomás un día ahí ya había olvidado el otro universo del que acababa de salir: el PortaFerrada World de Sant Feliu de Guíxols.

on the road!

Un tranquilo viaje en tren me depositó en Irún, punto de partida de mi ruta. No siendo menos que Roma, para llegar a Santiago también hay muchos caminos: el más famoso es el que llaman Francés, que parte de Roncesvalles y va por el centro de España. Por el sur hay la Vía de la Plata, que nace en Sevilla; al oeste está el Portugués, y finalmente está el que yo había elegido, conocido como Camino del Norte o de la Costa, que va bordeando toda la cornisa cantábrica.
Para hacerlo entero se necesita un mes aprox, pero yo entre que tenía poco tiempo y menor estado físico, me planteaba tan solo un tast, a ver qué tal lo llevaba. Y debo decir que he descubierto que increíblemente el camino ¡engancha!!
No acabo de entender del todo cuál es la razón, porque si se miran los elementos sueltos ninguno es atractivo per se: levantarse a las 6 de la matina, caminar un promedio de 8 horas por día con subidas y bajadas de los incontables montes y montecitos que se atraviesan, ampollas varias en los pies, habitaciones compartidas con ronquidos, pedos y olores a ungüentos varios incluidos.. Tentador ¿no?

la entrada del albergue de Lezama

Pero claro, después está lo otro. La incontable gente interesante que te cruzás, de todas las edades y nacionalidades, algunas que habían hecho más de un camino en su vida, y otras que como yo, empezaban vírgenes de trayectos jacobeos.
El hecho de llegar a ciudades caminando, de acceder de repente después de una bajadita y un recodo a la visión magnífica de una Donosti en su esplendor veraniego, ver las playas de Zarautz emerger de la neblina matutina, descubrir que los caracoles a primera hora todavía se animan a cruzar las carreteras,  caminar por bosquecitos donde indefectiblemente nos encontrábamos algún viejo buscando setas que nos explicaba una historia surrealista...
..y el café con leche que me tomaba a las 2 o 3 horas de salir, que sabía siempre a gloria...
..y el zurito de cerveza, el premio de llegada...
..y aunque sea vergonzoso decirlo, sentirse un poco héroe de provincias cuando nos saludaba la gente de los pueblos y nos deseaban "¡buen camino, peregrino!"(qué vamos a hacerle, el ego es así de sensible a veces al halago fácil..)

Dejando Donosti atrás..
Entrando a Pobeña



Avistaje de Castro Urdiales, parecía cerca.. ¡pero no!
 Por el camino (no sé adónde.. )

 La playa de Berria, en Cantabria (al ladito del Penal de Dueso)

El mini grupito de caminata que se hizo nomás comenzar fue el otro puntal del disfrute caminil.
En el albergue de Irún conocí a Christoph, un alemán que hablaba un divertídismo español con acento mexicano, incipiente estudiante de medicina; el segundo día se sumaron Cairi, una chica de Estonia  (vikinga hecha y derecha) y Giovanni, un italiano de Módena multifacético: pastelero, escalador y sobretodo showman! Así recontado parece un grupo de chiste, y la verdad es que hacía tiempo que no me reía tanto, sobretodo gracias al humor de los dos niños, que dados sus 22 añitos desbordaban alegría positiva por los cuatro costados!

Y así entre risas pasé Castro Urdiales, la etapa que era en teoría mi destino más lejano y llegué hasta Güemes, un pueblito de Cantabria donde encontré el bombón del viaje a nivel humano: el Padre Ernesto.
Nada de lo que pueda explicar de este personaje le haría justicia: cura obrero, viajero empedernido, minero, defensor de causas perdidas varias.. De esas personas que  nomás de verlas te conmueven, de una humildad y una dignidad impresionantes. 
Gestionaba con su grupo de voluntarios el mejor albergue con diferencia de todos los que utilizamos, La cabaña del abuelo Peuto, donde nos dieron no solo techo sino una excelente comida (regada por buenos vinos provenientes de un proyecto solidario, of course: www.inciativa077.es), charlas sobre la filosofia que siguen (no reciben apoyo económico ni de la iglesia ni del gobierno, solo de la gente que pasa) y consejos de las rutas a seguir, todo por el módico precio de "la voluntad del caminante".
Un ejemplo real de un proyecto llevado a cabo con trabajo voluntario y una alta dosis de solidaridad, de estos que me molan a mi, vamos!

Y aquí me quedé,  267 kilómetros más allá de Irún y con muchas ganas de seguir..
Pero no pasa nada, el año que viene por poco que pueda ¡retomo!!

Los murales de la ermita del albergue, pintados por el misionero Cerezo Barredo a sus 80 años y acompañados de textos de Pere Casaldàliga, mítico obispo catalán con diócesis en Matto Grosso
 Las vistas desde la Cabaña

Pd: no llevé cámara así es que sabrán disculpar la baja calidad de las imágenes colgadas, fueron hechas con mi móvil que como pueden notar no es de last generation..

Ah! Y para los escépticos que como yo pensaban que no lograría caminar tanto, acá va mi carnet de peregrina!! jajaja








2 comentarios:

  1. ¡Qué lindo relato! aunque ya supiera yo esto y algo más ¡me encantó! y lo mejor es tu deseo de volver a echarte al Camino... las fotos no están nada mal ¡no las desmerezcas!...
    ¡Hija mía! lo tuyo es andar y andar... y te faltan muchos caminos todavía!
    Besos, mamá

    ResponderEliminar
  2. Luz, deus estar feta una sílfide!

    ResponderEliminar