viernes, 15 de septiembre de 2017

de ballenas inconcientes o canciones catalizadoras (según se mire desde dentro o fuera del agua)

Suena por no sé qué vez ya el último disco que obsesiona mis sentidos.
Mi casa liliputiense se llena de pianitos, silbatos, xilofones, platos rotos y una ingente cantidad de sonidos que no se sabe muy bien ni dónde nacen ni dónde van a parar. 

En una nueva escucha, justo cuando mi atención se dispersaba en uno de mis tantos pensares, de repente descubro una ballena. ¿Cómo antes no la había percibido? Misterios submarinos...
Su grito abisal me llena de preguntas: ¿qué hace justamente ahí? ¿por qué? ¿ahora, casi al final? ¿una ballena???? 
Vuelvo a escucharlo y entonces diría que no son gritos, sino más bien suspiros. Solo que desde los bajos fondos marinos todo suena más descarnadamente triste y desesperado.
Investigo entre las pocas pistas escritas que dejan los autores y deduzco que un isard amagat es la causa última y primera de sus penas, que son de amor, cómo no! Y me pregunto ¿con qué nivel de inocencia cetácea te enamoraste de un animal tan huidizo, ballena querida? ¿Tritón no te enseñó nada, acaso? ¿Ni siquiera las meditaciones a base de krill diluyeron tus híbridos deseos?

Seres imposibles los isards, barreja entre cabras locas y miedosos perdidos. Libres ante todo. 
¿Acaso creíste que iba a abandonar sus cuitas para ingresar en un mundo donde sus pezuñas ya no sienteran la emoción del clac al saltar explorando un trozo de monte nuevo? Era una historia imposible, ballena, pero no quisiste verlo. Cerraste tus ojitos sesgados y te dejaste ir a la deriva de un amor que hacía aguas por todos lados. Cuando volviste a tener valor para ver, l'isard estaba lejos ya,  y vos - una vez más- llevada por corrientes extrañas con destino incierto. Ni auxiliada por todas las anguilas del mar de los Sargazos podías salvar la distancia que en realidad siempre los había separado.

Vuelvo a escucharla. Me apena y me atrae a la vez. No puedo evitarlo y otra vez le doy al play.
Y mientras tanto pienso que por ahí entre tanta agua las lágrimas que inevitablemente se me escapan se deben sentir más acompañadas...